domingo, 1 de agosto de 2010

El mejor lugar para vivir

Por Danelia Arias
Ago-10

Homenaje a Sabines

“Lento, amargo animal

que soy, que he sido,

amargo desde el nudo de polvo y agua y viento

que en la primera generación del hombre pedía a Dios.

Amargo como esos minerales amargos

que en las noches de exacta soledad

--maldita y arruinada soledad

sin uno mismo--

trepan a la garganta

y, costras de silencio,

asfixian, matan, resucitan.”

Me encanta Jaime Sabines, me encanta porque es crudo y simple, como la vida misma. No conocía a Sabines hasta que recité “La tía Chofi” en la Universidad a lado de Héctor Bonilla. Aún conservo mi libro de poemas autografiado por el señor. Fui sólo a acompañar a una amiga a las audiciones, y por azar me quedé en el recital.

Tenga esa voz aguda y chillona que a veces lastima. Aún no sé cuál es mi verdadera voz, puede ser muy dulce y melosa, como cuando hablo por teléfono o atiendo a un cliente. Puede ser escandalosa y altanera, como cuando me enojo y grito, o puede ser rasposa o neutra, como cuando algo me duele. Los matices de mi voz fueron los que me acercaron a leer a Sabines, me gusta la poesía, me gusta sentir al autor.

No soy buena escribiendo porque tengo muchos lugares comunes. Creo que si hubiera crecido en otro ambiente, hubiera podido ser una artista; pero empecé a escribir y a dibujar ya casi a los 20 años… Era muy grande y me faltaba haber leído mucho más y haberme cultivado en historia y arte; creo ese fue mi gran problema.

Disfruto del aspecto cultural de las cosas, pero soy neófita en el “issue”. Aún así, me gusta ir a eventos porque me hacen vibrar. Adoro los dramas, las emociones de languidez y tristeza, me gusta el otoño, los colores cálidos, las fotografías en sepia, las cosas viejas, los amores imposibles y traumáticos, las canciones melancólicas, la sensación de soledad y olvido; ¡Me inspira!

Y es por eso que adoro leer a Jaime Sabines, porque aunque “la luna puede comerse a cucharadas”, siempre están “los amorosos” grises y sin rostros, que pueden gritar sin problemas, “Me encanta Dios”…