Román Jiménez García
No es que sea un Santurrón, o que no me gusta la diversión, ¡Nada que ver!
Pero una cosa es la libertad y el libertinaje. El día de ayer luego de un paseo por el municipio de Comalcalco, en una noche estrellada y diáfana, unos amigos de los cúales me reservo el nombre para no herir susceptibilidades, me invitaron o más bien me llevaron a la dichosa avenida Bicentenario, hasta ahí todo bien, incluso no había ni un sólo automóvil estacionado en dicha calle.
Mi reacción fue de sorpresa, pues me habían hablado de la Avenida Bicentenario como la boca del Chamuco, y muchas historias se entretejían entorno a esta, que se bebía alcohol, que había de todo, que puros juniors, etcétera, etcétera, pero ese día quizá como sabían que iría un periodista decidieron no “parquearse” (estacionarse) en la ya mencionada avenida.
Mis acompañantes decidieron entonces dirigirse al Boulevard Leandro Rovirosa Wade, en donde está instalado el nuevo hospital Regional del municipio, y cuál fue mi sorpresa, encontrar vehículos estacionados de un lado y al otro. Todos en su mayoría ingiriendo sus copas y unos que otros aprovechando la gentuza, se envolvían en sus lenguas fogosas y se acariciaban hasta terminar algunos en el interior de sus vehículos.
Por ahí vi grandes amigos que se me habían extraviado en la vida y unos que otros trabajadores del ayuntamiento municipal, que se dejaban ver a todas luces cual gánster en la muchedumbre. Y pensar que quieren seguir escalando peldaños en la polaca, pobres, deberían comprarse todos un asesor ¡Les urge!
Pero bueno, continuando mi relato… qué hermosas señoritas observé esa noche, algo provocativas, algunas hasta el escándalo, pero en su rostro se podía ver con perturbación que en su gran mayoría eran niñas de 15, a 17 años. Manjares suculentos para riquillos con apetitos salvajes.
Un desfile interminables de faldas, piernas, olores y coqueteos que dejaban húmedo hasta el más somnoliento político “moderno”.
Si a usted esto le parece normal, a mi en realidad me incomoda, me preocupa, pues esta moda nace en el trienio de May, y lo hereda Alejandro Medina, pero más allá de los alcaldes, creo es la pérdida de valores al interior de las familias de estos jóvenes, que ocasionan que el día de hoy sea normal estacionarse en su vehículo y beber alcohol hasta deshoras de la noche, o hasta que las autoridades lleguen.
Creo quedan cuestionamientos que hay que hacernos, pero con severidad se ve que quienes no se quieren hacer responsables son los padres de éstos jóvenes, que por si fuera poco a veces ni se ven como de la alta sociedad, o ni siquiera se ven como personas preparadas, y es peor con las jovencitas quienes a falta de baño, tienen que agacharse y “hacer pipi” atrás de una puerta, atrás de un vehículo, o rodeadas por las amigas y a veces amigos para que no sean vistas, jajajajaja, ilógico pero cierto.
Por lo pronto amigo lector esperemos los padres de éstos jóvenes sean responsables y asuman su parte que les toca, pues después no se vale llorar, ni el arrepentimiento, pues así como llegan jóvenes conocidos, también llegan personas perversas, que este tipo de caravanas de sexo y alcohol son los escenarios perfectos para llevar a efecto sus fechorías.
Yo por mi parte, hoy domingo me estoy poniendo te de manzanilla en mis ojitos, pues de tantas cosas que vi, me dio el maldito tutupiche. A su vez quiero manifestar que un “mirón” como yo, quedó absorto al ver la gran agilidad de manos que tienen los “políticos”, no solo con el dinero, si no con el cuerpo del delito o del deleite, que ya a este grado de libertad, ya la maldad y la injusticia es un principio, un don permitido, que en polaca se le llama astucia. ¡Hágame Usted el Favor!