viernes, 3 de julio de 2009

A votar porque a los apáticos "ni los quiere Dios ni los Quiere el Diablo" (1ra parte)

Por: Lic. Juan José Vázquez Romero

"El Hombre es un Lobo para el Hombre" (Leviatán, 1651. Thomas Jobbes)

Describió al Hombre como un ser movido, en estado natural, por el deseo y el temor, por lo que para vivir en sociedad el ser humano tiene que renunciar a sus derechos en provecho de un soberano absoluto que hace reinar el órden: el Estado.

Dentro de unos días viviremos una vez más la elección de los próximos diputados federales, esto es la renovación de la Cámara Baja, los cuales son elegidos por 3 años, en la que un diputado saliente no puede ser votado para el periodo consecutivo inmediato, pero si lo puede hacer pasando éste, por eso muchos de éstos "bichos" políticos (no se me ofendan, acuérdense que Aristóteles los definió como animales por naturaleza "zoonpolitikom") que se dedican a vivir de la política, saltan de un cargo a otro ya que la Constitución Política Federal así lo permite, bien sería que ya no fueran elegibles una vez cumplido el cargo.

Esta Cámara Baja está compuesta por 500 diputados, 300 elejidos de forma directa con voto secreto y personal o llamados de mayoría relativa, y que son los que veos que andan en campaña, y 200 por el principio de representación proporcional que son listas de propuestas que mandan los partidos políticos por circunscripciones y según el porcentaje de votación es el número de diputados que les corresponden.




Este último es utilizado por los partidos como moneda de cambio por favores políticos (económicos, influencias, voto corporativo de sindicatos o asociaciones no gubernamentales y mucho más). Por eso es que vemos a personas que no mueven un solo dedo en la campaña pero aparecen en primera fila en la Cámara, porque son gente clave para ellos.