lunes, 17 de noviembre de 2008

SOBRE LA VEJEZ


Roberto Rosado Sastré

La vejez no llega de golpe. Tarda años en irse metiendo en nosotros, poco a poco va haciéndose notar su presencia; casi siempre lenta pero sorpresivamente. En mi caso, debo decir, me siento joven. Tengo 76 años, pero estoy bien, mi estado de ánimo es bueno. Que tengo achaques desde luego. Achaques de la edad que poco a poco van haciéndose presentes.
Para mí lo importante es que tengo entusiasmo y deseos de luchar, de trabajar, de escribir, de viajar, etcétera. Mi estado de ánimo es el verdadero termómetro, pues me llega a veces la nostalgia y la tristeza, entonces reflexiono mucho y estoy súper sensible.
La vejez es, de hecho, la sedimentación de nuestros sentimientos, de nuestra manera de ser. Año tras año se va operando un cambio en nuestro carácter.
Nos volvemos sensibles, tal vez unos más que otros. Yo les platico mi experiencia: cero envidias, cero ambiciones, cero intentos de confrontaciones. La vejez nos hace ser más prudentes, educados, corteses nos agrada subrayar nuestro afecto y estimación hacia las personas. Eso es para mí la vejez. Un choque de olas, que mueren en la playa de la reflexión.
La vejez tiene tantas manifestaciones, que vale la pena anotarlas, para que otros se identifiquen con nosotros, o bien tengan otras reflexiones. Yo escribo mi experiencia, mis tristezas, mis afectos, mi tranquilidad de ser, de estar, de entender y de comprender, que ya viví y viví bien, hondamente, fuertemente. Que disfrute ampliamente de la vida y que ésta fue buena y generosa conmigo.
Hay un fenómeno muy especial, que seguramente todos vivimos en su momento. Es cuando se comienza lentamente a entrar a la vejez. No se trata de un hecho brusco, rápido, violento, de un mes, de un año, nada de eso; se trata de un fenómeno que yo lo estimo en cuatro o cinco años, en que vamos madurando la idea de que somos mayores, en medio de una serie de interrogantes, cuando vas tomando conciencia de que ya no eres sólo un adulto, sino que estás entrando a la vejez.
Uno debe tener siempre el valor, de verse por dentro, de entenderse, de no rehuir responsabilidades, de pensar que en nuestra juventud, en su tiempo derrochamos a manos llenas nuestra salud. Ahora la vida, nos está pasando la factura.
No debemos olvidar, los años y años que como se dice comúnmente “la gozamos” y ahora ya pasado el tiempo debemos disciplinarnos y entender que fuimos afortunados y que hubo muchas personas de nuestro afecto o conocidos que no tuvieron la suerte que nosotros tenemos de conocer la vejez.
Muchos, muchísimos, se nos han adelantado, se han marchado, amigos, conocidos, personas con la que nos frecuentamos siempre. Amigos de la adolescencia, de la juventud, o bien, personas, con las que sin tener gran amistad, estuvimos muy ligados.
Vemos como el paisaje humano de nuestros afectos se va reduciendo. Vemos como en el tablero de la vida, se van apagando los foquitos rojos, las luces, las señales, de todos los que se nos adelantan. Eso tenemos que entenderlo, nos va doliendo, y nos va haciendo pensar más en la muerte, sin temerle desde luego, pues es un fenómeno natural.Amigos de la escuela, de la facultad, del trabajo, del café, en fin, gentes estimables de las que en ocasiones, o tal vez muchas veces convivimos, y paseamos. ¿Cuando se irá a apagar mi luz en el tablero de mi vida?