martes, 30 de agosto de 2011

YA ME LLEGARON AL PRECIO

X CHAYO TEO ESPINO


Mi primer Chayo

Yo creía que esos días que tanto platicaban los periodistas de abolengo, con historias que para mi eran entendidas como sensacionalistas y salidas de un cuento de Hadas, fueran tan contundentes o ciertas.

Yo veía al famoso “chayo” como una mera invención de quienes bajo una simplista sátira se mofaban de aquellos gobiernistas, lambiscones y encubridores, periodistas o paleros desleales de toda ética y todo profesionalismo.

Sin embargo, hoy mismo al caminar por la calle Juárez, la cual siento como el pasillo de mi oficina, o de mi casa, y no exactamente porque presuma de tener una mansión o de tener un despacho enorme, si no lo digo más bien porque diariamente transito  2, 3, 4, veces por esta avenida, y como resultado obtengo que en esta rúa encuentro amigos, enemigos, amores, desamores, y uno que otro caprichito o maricón. Pero eso es tema de otra ocasión.

Pero el día de hoy luego de justificarle a un amigo mi posición en la política, que agarra y me deja un billete de a 500 pesos al momento del saludo, mi primer encuentro con ese billete fue de una expresión de desencanto, después no puedo negarlo de controversia, entre mi criterio y mi necesidad, pero al querer despegarme de ese apoyo, dadiva, o pago, mi receptor hizo una mueca por cierto media afeminada, pegó un suspiro y dio media vuelta.

Me quedé como 30 segundo parado entre Méndez y Juárez, uno (Gregorio Méndez) jefe del Ejército Liberal Tabasqueño, luchador implacable de los enemigos de la nación y el otro (Benito Juárez) El inigualable Benemerito de las Américas y yo el humilde, luchador y patriota, y leal, e inocente Chayo Teo Espino con un billete de 500 en las manos que no sabía si tirar, o regalar a algún periodista de esos limosneros.

Al final pude dar mi primer paso, y fui rápidamente y se lo conté a mi director de CHOMPIPE, quien de manera casi honorable, admirable y heroica tomó para él el pecado y me liberó de mis ataduras infernales, que desde hace mucho me atormentaban.
Y aunque el licenciado Luis, dice que fueron 1500 lo que me dieron. Ese día por fin pude conocer lo que es un taxi, pues yo desde que empecé a ser periodista nunca había andado en uno. Y eso sí que me lo merecía.