martes, 15 de marzo de 2011

VICTORIA

Por Lázaro López León

Hola amigo lector, le presentaré la historia de una vida en Comalcalco, la vida de una “Gran Mujer” como diría el Señor Jorge Cacep de la Cruz, de la Señora Victoria Jiménez López, quién fuera hija del Señor Victorio Jiménez Castillo e Isabel López de Jiménez; la Señora Victoria nació en Comalcalco el 4 de abril de 1924; ella se casó con el Señor José del Carmen León Magaña, mejor conocido como Don Carmen León, quién fuera hijo de Señor David León y de la Señora María Encarnación Magaña de León; la Señora Victoria procreó siete hijas y un hijo.

Su infancia así como su vida antes de su cristianización es un poco desconocida. Pero nos comenta la Señora Elizabeth Ovando Caraveo, Doña Licha, quién era su amiga, que conoció a Victoria a partir de 1948 cuando la invitó a participar en la Escuela de la Cruz de la Iglesia Católica.

Se dice que la Señora Victoria fue una de las impulsoras de la Escuela de la Cruz aquí en Comalcalco, no contando con recursos materiales y económicos, ella difundía esta escuela en la ciudad y en las comunidades, por esa dedicación la Iglesia la nombró “Temista” de esta misma escuela. Tanto era su espiritualidad cristiana que con el tiempo ocupó el cargo de Rectora de la Escuela de la Cruz.

Ella fue analfabeta, sin embargo al dedicarse al estudio de La Biblia aprendió a leer y a escribir, por ello al conocer las letras y la interpretación bíblica comenzó a realizar obras altamente altruistas con amor cristiano. Por ejemplo, los días de reyes encabezaba en la Iglesia la recolección de juguetes para enviárselos a los niños de bajos recursos. También organizaba a grupos de personas para visitar a los reclusos dos días por semana, lo que actualmente prevalece.

Pero una de las obras más recordadas fue que en las primeras inundaciones organizaba a equipos de personas para apoyar a los damnificados con víveres y albergues.

Durante su labor religiosa también la Señora Victoria se dedicaba a su hogar, ella era modista, uno de sus trabajos más bonitos en este oficio era que hacía ropitas para niños y se los daba a su esposo para venderlo en toda la ciudad; también molía y tostaba el maíz para hacer pinol y venderlo, así mismo tostaba el cacao y lo molía para entregarlo a quién se lo encargara, además lavaba ropa ajena a la gente adinerada, todo ello para el sustento del hogar familiar. Después de un día agitado se sentaba en su mueble preferido para estudiar La Biblia.

Ella sufría mucho con su esposo e hijo, pero eso no impedía su ímpetu por predicar el amor a Dios al integrarse a la Adoración Nocturna Mexicana en Comalcalco, su entrega le permitió ser cabecilla de la misma; a pesar de lo sufrida, los temas que Doña Victoria predicaba, comentan los que la conocían, derramaba la espiritualidad para vivir a semejanza de Jesús.

Doña Victoria al ser miembro de la Adoración Nocturna se instruyó en las diferentes facetas de la oración, así mismo se formó como rezadora, siendo una de las más destacadas entre los practicantes del rosario.

Nos comenta la Señora Margarita León Jiménez, la sexta de siete hijas de Doña Victoria, que los sacerdotes Ernesto, Miguel Alfaro, Alfonso Ruiz, Asencio, Hilario, el Hermano Chuchón… venían a nuestra casa y decían: Victoria para tal día va haber un retiro, ella respondía, pero padre yo no estoy preparada; sin embargo ellos le decían tú ya sabes lo que tienes que hacer.

También nos decía su hija Margarita que cuando Doña Victoria sabía que alguien no tenía algo de comer salía con su amiga y confidente Doña Licha para pedir alimentos. Además cuando alguien llegaba a su casa a pedir algo de comer, aunque no tenía, buscaba la manera de darle algo de comida.

Durante las enrramas Doña Victoria encabezaba las batidas y hacía mucha comida para las personas que llegaban a trabajar en esta religiosidad popular. Un día de enrrama, por su desesperación a la buena atención por la gente, durante su ajetreo, pasaba atrás de la Iglesia por una cerca, que antiguamente se hacía para cercar a los animales donados a la Iglesia durante la enrrama, pasó tan cerca que un becerro la pateó aventándola al suelo, al momento de caer quiso detenerse con sus manos pero como las tenía ocupadas cayó de lado quebrándose su brazo, esta fractura la marcaría toda su vida.

Doña Licha nos decía que Victoria a pesar de ser una persona de mucho sigilo, con ella se refugiaba; conocí, dice, su entrega por el evangelio.

Se pudo constatar que doña Victoria se entregó al evangelio porque dejó una obra transcendental, transformadora de la realidad, al iniciar el cobro para el sostenimiento del Seminario y de la Diócesis de Tabasco, buscaba mensualmente a personas de buen corazón para que dieran cualquier cantidad, labor que actualmente continúa, siendo la Iglesia de Comalcalco una de las Iglesias del Estado que más aporta donativos. Así mismo organizaba el hospedaje a los seminaristas que estaban de paso para misionar en Comalcalco.

Doña Victoria presentía su muerte; le decía al sacerdote Hilario: padre busque a otra mujer porque yo me voy a morir, pero él le decía, tú no te vas a morir Victoria, ella le respondía, sí padre me voy a morir y muy pronto.

A pesar de que Doña Victoria ayudó a muchas personas al buen morir, el día 2 de abril de 1994 (en ese tiempo era la semana santa, el día sábado de gloria para los católicos), Don Carmen León, su esposo, nos comenta que ella le dijo: Carmen, acompáñame a comer un poco, él le dijo, me voy a bañar; Victoria le replicó Carmen, tú nunca te has metido a esta hora (eran entre la una y las dos de la tarde) y hoy que te estoy pidiendo que me acompañes a comer este último bocado ¿te vas a meter a bañar? Don Carmen se dio la vuelta y se metió a bañar; durante su baño escuchó un quejido: ¡Ay! Por lo que éste salió corriendo del baño a la cocina, cuando sus ojos rápidamente llenos de lágrimas vieron a su esposa en el suelo con sus ojos cerrados y su cuerpo sin movimiento alguno.

Cuando Don Carmen León se preparaba para llamar a un doctor aparecieron dos personas en su casa, Don Carmen les preguntó ¿quiénes son? Mi esposa parece que murió, las dos personas le dijeron, vaya a donde tiene que ir, nosotros ya sabemos que su esposa falleció, nosotros nos encargaremos.

Amable lector, hasta estos días la familia Jiménez León y sus allegados se preguntan quiénes eran esas dos personas, porque no se les volvió a ver, cuando llegó Doña Licha a la casa de Doña Victoria, estas dos personas le dijeron: nosotros ya nos vamos, Victoria se encuentra en su cama y en la presencia del Señor. ¿Quiénes eran estas dos personas? Pero la más grande interrogante ¿Por qué ellos le dijeron a Don Carmen que ya sabían de lo sucedido?

El día del funeral de Doña Victoria fue inolvidable y multitudinaria, llegaron un sinfín de personas, hasta sus enemigos llegaron el día de su muerte, su carácter fuerte hacía decirles a toda la gente la verdad de sus errores, aunque no lo crea querido lector, comprendieron su forma de ser y todos ellos asistieron.

La Iglesia de ese tiempo entristeció por la marcha de una mujer hacia lo celestial, de una mujer de carácter fuerte, pero de corazón humilde y sencillo. A Doña Victoria no se le volvería a escuchar todos los jueves de diez a once en su guardia del Santísimo, tampoco de cuatro a seis de la tarde en su servicio de honoraria, así mismo, no se le volvería a ver en la misa de seis de la tarde de los domingos...

El hogar que Doña Victoria Jiménez López habitó fue en la calle Manuel Gil y Sáenz número 315. Este hogar no volvería hacer la misma, la atención y la calidez de una madre solo quedaría en los recuerdos imborrables de sus hijos, su ser de mujer cristiana por el amor a Dios quedaría como ejemplo a seguir, quizás no por toda su familia pero sí para la Iglesia, su entrega como esposa fiel jamás sería reemplazada.

Desde aquí le decimos que en paz descanse la Señora Victoria Jiménez López.

En el centro Don Carmen León y su esposa la Señora Victoria Jiménez.


Doña Victoria en una convivencia familiar, en su mano se encuentra un perico al que llamó Lico.